Bohemian Rhapsody

Estoy muriendo, lo puedo sentir, mi escencia se desvanece entre el aire que respiran los mortales. He comenzado ha dejar el mundo físico para entrar a la lejanía del espacio infinito donde residen todos los olvidados. De repente las ganas de sonreír se acabaron, las motivaciones se esfumaron entre la tormenta y la pesadumbre extingue la luz de lo que alguna vez fue un ser vivo.

No me reconozco cuando me veo, ya no recuerdo mi existencia, en mi andar, mi mente divaga hacia los estratos más altos de la atmósfera, quizás porque ya siente el llamado de la inmensidad de la oscuridad que me rodea.

La belleza de la vida se ha ido, la inocencia de las criaturas me resultan llantos insoportables, las plantas con los colores más vivos pasan desapercibidas por mi lado, hasta el reconfortante calor del sol que nos transmite la vida ha sido cambiado por la luna y por el aire frío de la medianoche.

La monotonía de la soledad me resulta una tortura, pero preferible a cualquier bien, inconcientemente me preparo para el gran final. La orquesta deja de tocar para oír a un violín lejano que se permite una melodía descompuesta sobre este tiempo último.

Adiós... Me voy... No volveré... Y permaneceré más allá, con mis hermanas las estrellas y todos los seres luminosos que me cobijarán con su ardiente aureola. El mundo me ha preparado para este escape, ahora huyo sin llevarme nada, con los ojos cerrados y las manos atadas.