Hans mi erizo - Reflexión


En este amanecer recordé esta historia... Una de mis dos preferidas de El Narrador de Cuentos, seguro que también de ustedes. En esta oportunidad deseo hacer mi comentario (o reflexión) sobre el significado de esta emotiva leyenda.

Hans nació diferente, y toda diferencia es motivo de desprecio de los demás. Después abandonó su hogar y desde entonces siguió su vida en solitario, lejos de la sociedad, donde solamente él habitaba el mundo.

Pero lo verdaderamente interesante es cuando Hans está con su futura esposa, es ahí cuando muestra su secreto más profundo, y no me refiero a que está hechizado, sino a aquella imagen cuando Hans acaricia con suavidad a su novia en el cuello. Él, sabiéndose horrible, no puede más que sentirse lejano, infinitamente lejano, a toda la belleza que encuentra en ella.
Y lejos de la amada belleza, sólo tristeza se ve en sus ojos.
Después, entre el silencio de la noche, se despoja de su horripilancia por voluntad propia, porque desea alcanzar la belleza, para ser digno de ella.


Debemos entender que la piel de Hans no representa lo grotesco de nuestro físico o apariencia, sino lo grotesco de nuestra persona. Nos fijamos tanto en esa apariencia mounstruosa, que olvidamos observar al verdadero ser.

Aún en su terrible apariencia, Hans es una criatura única, un ser virtuoso que se forjó en la soledad, tan sensible que es capaz de hacer música bella, de sólo dar para ser amado, buscando aceptación solamente de una persona: su futura esposa. Sin embargo la princesa, aunque bella, demostrará que en cuanto a virtudes no está a la altura de Hans.

Pero su arrepentimiento y perseverancia la llevarán a limpiar sus errores e intemperanza propias de su juventud. Y cuando ella —finalmente— encuentra a un Hans perdido en su pasado, demuestra su coraje y lo anima a aceptar su acto de contricción.

Lo siguiente es puramente esotérico, profundo, imposible de verlo en estas épocas. Aquel encuentro donde ambos unen sus cuerpos con violencia y después con amor en el castillo de Hans. Ambos luchan contra sí mismos y contra sus defectos, transformando sus formas desgastadas en seres bellos, no en apariencia sino en virtudes.


Los dos son aspirantes del camino secreto, perdidos en la sociedad y por el mundo. Hans descubrió su verdad en su lamento, en su solitario padecimiento. La princesa encontró su verdad al ver su propia debilidad frente a una criatura que creía impropia.

Pero el trabajo conjunto, unido a sus aspiraciones más profundas que descansaban en sus corazones, los llevó a la iniciación, al descubrimiento de la magia, una magia de la que no puedo escribir en este artículo.

Como dijo Platón en su diálogo Fedro: el amor nos impulsa a ser dignos de la belleza. El deseo de alcanzar la belleza, de participar de esta, nos anima a abandonar nuestra piel espinosa para convertirnos en verdaderos humanos. Pero no mencionó la magia secreta, la alquimia escondida que está escrita en libros que se perdieron a lo largo de tantos siglos.

¿Cómo es posible que conociendo estos secretos no encuentre a mi Penélope? Temo mucho que este Hans jamás dejará su piel.


El Narrador de Cuentos - Hans Mi Erizo

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