Brindaremos por ti

El sueño no llega por las noches, pero sí los recuerdos de tiempos lejanos y otros más cercanos. No puedo dormir presionado por los sentimientos que desde mi pecho dominan mi cuerpo, son torrentes de pensamientos inevitables que discurren en la vacuidad de mi habitación.

Los minutos pasan y la primera hora se va, la segunda comienza y mi mente, ya dominada por los latidos que llegan desde un agitado corazón, no logra zafarse de la cadena que significa un cercano amor. Después de la medianoche ya no descanso, mis párpados se abren y sólo me revuelvo entre mis sábanas; pero sigue ahí gritando y llorando, conviertiéndose en la tortura que me castiga sin yo quererlo.

Me ha conquistado tu recuerdo, no puedo evitar dejar de pensarte e intento murmurar tu nombre en la oscuridad, como si pudieras oírlo o como si al oírlo, llegase a importarte. Hasta la madrugada esucho tantos lamentos, tantos que podría mi mente perderse de la realidad.

Sólo eres un recuerdo, no tienes vida propia y resides en la debilidad de mi Ser, en un rincón donde mis manos no pueden extrangularte, pero que, tarde o temprano has de moverte y será cuando te arranque de mi mente para siempre.