Requiem para el amor
He soñado con volver a amarte, con tener la gracia de tu virtud a mi alcance, donde el tiempo parece eterno y donde la mitad de un todo sigue siendo infinito.
Qué bello es amar con intensidad, viéndote hermosa en cada una de tus facciones y adorando las cualidades que adornan tu alma, sintiendo el calor de tu aura junto al mío.
Qué bello es amar con intensidad, viéndote hermosa en cada una de tus facciones y adorando las cualidades que adornan tu alma, sintiendo el calor de tu aura junto al mío.
Pero el final de este capítulo de desamor ha llegado, ya ni deseo tengo de expresar mis sentimientos, solamente me marcharé y desapareceré en el olvido de su memoria.
Debajo del cielo azul, en el inmenso océano de la vida, un corazón latía por otro que no. Los días de profunda aflicción han terminado, es ahora que la resignación me empuja a viajar en el tiempo, hasta aquellos días en que no te conocía.
¿Y qué he ganado de toda esta odisea? Nada. Sólo que me hice más sabio en el camino, pero esto a ninguna mujer le importa, así que sólo es una gran nada.
La temporada cuando tu parecías quererme se deslizó como una ventana y dejó ver la realidad a través de ella, encontrando sólo nubarrones grises que empujaban hacia el suelo lluvia, relámpagos y truenos.
No fui yo quien inspiró tu corazón, en mi no residen las cualidades que deberían calmar la agitación de las aguas revueltas por un pasado que no terminas de olvidar y por un presente que buscas en compañía de otra alma.
Al final quedaron los pasos de un camino más doloroso que placentero. Qué triste es recordar con más intensidad el desamor que el amor, la infelicidad que la felicidad, lo que no fue en lugar de lo que sería.
Solo nuevamente, lejos, muy lejos de tu frío corazón. Me reconforta saber que estás bien en tu mundo, pero en el mío las tormentas no terminan y aún en medio de la resignación, la pena embarga mis sentimientos porque eres inalcanzable para mi.
A donde me dirijo ahora es un misterio, pero navego a la deriva mientras el océano del destino lleva mi bote, quizá hacia los arrecifes, quizás a otro puerto, a algún lugar pasando la neblina, más allá de las sirenas y leviatanes, por donde ya no transitan los navegantes.
Al fin del mundo voy y no sé qué nueva tragedia me espera, talvez algún día atraque en alguna isla solitaria o quizá sólo naufrague y me pierda en el fondo del abismo.
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