Linda Wawita . . . Te amaré

Mi vida se acabó en octubre del '97, ahora soy un muerto que camina por un sendero para seguir sufriendo y pagando karma.

No encontré a quien confiarle este último secreto, no había un corazón suficiéntemente amplio y afectuoso para transmitirle mis sentimientos más ocultos, los que guardo en la profundidad más lejana dentro de mi pecho.

Nada en este universo alcanzaría tal profundidad, ni yo mismo soy capaz de adentrarme a semejante distancia, me perdería sin poder regresar.

Si alguien en esta vida llegase a escucharlo de mi boca, seguro que no acabaría de contárselo antes de que mis ojos navegaran en un océano y mi voz se apagase para siempre.

Pero, esta noche quiero arrancarme el corazón y tirárselo a los perros, que todo el que quiera se entere y juzgue lo que en gana le dé. Ya me importa un carajo. Me harté de sufrir en esta solitaria vida.

Esta es una mujer a la que jamás olvidaría. Quisiera que en mi lecho de muerte, ella se acerque hasta mi, que seque mis lágrimas con sus amorosas manos, acaricie mis envejecidas mejillas y me susurre al oído que me perdona, que me extrañó tanto como yo a ella, que deseaba conocerme y que en la próxima vida nos reencontraremos para que yo pueda amarla infinitamente.

Si, amarla para toda la eternidad, ojalá tuviese que pagar mi karma de esta forma. Quiero cobijarla en mis brazos mientras es indefensa y pura, verla crecer y florecer como ser humano y que al final de mis días ella me entierre, guardando el recuerdo de alguien que la amó más que a sí mismo.

Creo que mi corazón puede hacerlo, puede extenderse más allá de lo humánamente posible para que ella encuentre un universo dentro de mi ser. Talvez por eso nací bajo cáncer, para que yo descubra lo que el amor es.

¡Y por todos los dioses que lo estoy aprendiendo a golpes!

Moriré sin poder pronunciar tu nombre, me iré al abismo sin verte jamás, sin haberte conocido. No encontraría consuelo ni estando al lado del mismísimo dios. Tu eres mi único cielo, una parte que arrancaron de mi ser y que la escondieron para hacerme sufrir hasta el final de los tiempos.

Quisiera llamarte por tu nombre . . .