El demonio de la fantasía - Final
No es bueno atacar a un tigre herido porque se vuelve más peligroso. Es la lección que deberá aprender el demonio de la fantasía. El hombre, aunque débil, es capaz de hazañas como estas si se lo propone.
La gran batalla ha concluido, el enemigo se repliega, ha sido vencido por un pequeño pero furioso defensor.
Para los que puedan entender, explicaré cómo es que un casi derrotado pudo cambiar la marea sin refuerzos externos.
Primero. Conciente que sólo se recibe ayuda proporcional al esfuerzo que uno mismo realiza, completé mi defensa conjurando mi habitación y creando círculos mágicos de protección, de esta forma evité ataques externos. Desde entonces he dormido mejor.
Segundo. Comencé a practicar la técnica del "Ham Sah" para revitalizarme con energía y lograr mejores cortes con mi espada.
Tercero. Fue muy importante comprender las razones de la depresión que me torturaba y la lógica de por qué no tiene sentido sufrir por esas razones. Estos fueron como dos golpes de martillo en mi mente.
Cuarto. No rendirse sin importar el lugar y situación donde el maligno se presente. Tener voluntad es lo más importante.
Y aunque el enemigo se esconde y utiliza un ataque de guerrillas, voy tras él, ya lo conozco y podré rastrearlo casi en cualquier lugar donde se esconda. Aunque mis energías están en el límite, ya me duermo durante el día.
Todavía entono una canción triste en estas noches, que no llega a ser una de derrota. Defendí mi última posición, pero no debo confiarme hasta eliminar a todos los demonios que me rodean.
El valle donde se libró la batalla todavía tiene enemigos en las alturas, al rededor mío, pero mi fuerte se mantiente en combate.
En el horizonte no veo que el sol se alce, la noche aún no deja el paso al día.
Yo no sé de dónde provenía el ánimo o el deseo de superar esta adversidad, si ya estaba derrotado. Pienso que mi Mónada Interior hizo un supremo esfuerzo para que yo no me pierda.
Gracias.
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