Nostalgia


Hubieron días mejores, con ella, cuando besaba sus mejillas, hasta que me interrumpía con sus labios, tan suaves, tan dóciles, tan generosos; y sin embargo, inevitablemente, regresaba a llenar de besos sus trigueños pómulos. Así, fueron sus tímidas sonrisas... mi felicidad.

Tomaba con delicadeza sus manos con las mías, acercándolas —creo— a mis labios; o quizá estoy confundido, porque fue mi boca, que se apuraba hasta sus dedos, como una reverencia a su santidad.

Era su inocente mirada el candil en mi tenebrosa realidad; como su infantil voz, un refresco para estos oídos llenos de mundo. Su perfume permanece indeleble en alguna prenda olvidada, subsistiendo algunos átomos en mis sábanas para pensarla, para saturarme de nostalgia, seguida por dolor.

Recuerdo que en mi habitación la envolvía entre mis brazos, calentando con mi pecho su dorso, mientras mis piernas se confundían con las suyas, hasta fundirnos en un solo cuerpo. Con ella viví un par de atardeceres inolvidables, sólo acariciando sus muslos, sientiendo todos sus músculos hasta llegar a sus pies, que siempre me resultaron... más puros que la miel.

Alguna vez caminamos empapados bajo la lluvia; sí, como dos adolescentes que no miran atrás. También conversamos con un mojito compartido, sentados sobre la ciudad. Pero bailar con ella, descubriendo su bello rostro rebosante de alegría, es una imagen que no podré borrar.

Hoy, cuando aquel tiempo ya forma parte de mi pasado, mis manos se ocupan en cubrir mi triste rostro, para no exponer mi sentimiento a la sociedad. Y estos labios que antes conocían su piel, ahora se resecan en el olvido.

Charles Aznavour: "La bohemia"

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