Temporada de lluvia
Una pesadilla me persigue cada noche, me aflige una pena hasta conmoverme y, finalmente: la lluvia llegó. La confusión me abruma, estoy en el laberinto de la soledad, en un mundo que no puede ver u oír lo que siento o, simplemente, no quiere saber más.
Busco en quien apoyarme, un alma noble que sólo quiera escuchar y abrazarme, pero esta indolente sociedad así nos castiga, no regala consuelo ni presta atención, a quienes solo queda recluirnos en una de las esquinas de nuestra habitación.
Regresé a lo mismo de antes, a la tristeza de no tenerla, a la letanía de su ausencia, a la duda de sus mentiras; lejos, muy lejos de su corazón estoy, en la distancia del casi olvido, en donde los sentimientos no existen, como el agua que se evaporó, como la sal que se queda en la pampa secada por el sol.
Un año ha pasado, pero nada ha cambiado, ella está en mi mente, como la semilla de una planta maligna que germina y no para de crecer; ha brotado dentro de mi, dividiéndome en dos, haciendo sombra en mis esperanzas y absorbiendo el ánimo que tenía para vivir, cuando ya estaba mejor, cuando parecía que nunca más regresarías a mi corazón.
Me hablaste de amor... y aquí sigo esperándolo; en tanto, me quedo sentado debajo de la lluvia que cae dentro de mi habitación.
Me hablaste de amor... y aquí sigo esperándolo; en tanto, me quedo sentado debajo de la lluvia que cae dentro de mi habitación.
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