Mentiras

Parece que ha pasado tanto tiempo desde que no te veo, aunque no son más que unos días. No puedo decir que sea una eternidad, pero cada hora pensando en ti me alejan más y más de la realidad. Hay tantas emociones que cruzan por mi corazón y tantas ideas que confunden mi mente, que cuando más deseo tenerte a mi lado, es cuando más lejos estás.

Quiero contarte que en mi vida también suceden eventos preocupantes, que para todos el sol no alumbra igual; como cada noche, parece que es la luna quien, con su tenue brillo, me cobija con frialdad, y es la ventisca nocturna la que se encarga de recordarme que la soledad es mi única confidente.

Es cierto cuando te digo que he deseado descansar mi cabeza en tu amoroso pecho y suspirar en la tranquilidad de ser el objeto de tus caricias. Pero cada día transcurrido es un nuevo final para los sueños de amor que sólo en mi febril mente suceden.

Te digo que si existiese el calor de tu compañía y la ternura de tu sonrisa, sería sencillo sobrellevar las adversidades que no conoces y que no tienes interés en escucharlas. No es cierto que pueda yo culparte, en una ocasión como esta prefiero gritar para mis adentros que me equivoqué y liberarte de mi egoísmo y de mis pasiones.

En el albor de mi adiós, me cansé de pensar en alguna atención, en la cortesía de un saludo o por lo menos en un aliento brindado por compasión. Mis ilusiones, hoy están desechas, vivir olvidado en un rincón del ciberespacio me convierte en esa pajilla incómoda que se incrusta en tus indiferentes ojos, así que este es el límite de mi determinación, dejaste en mi corazón la tristeza de esperar largo tiempo una muestra de afecto y hasta una necesidad de amor.

Y al cerrar esta breve misiva, me quedé con el sabor de la nada en mis labios, y en mis mejillas la sensación de nunca haber gozado del tacto de tus manos. Es en un momento como el que ahora cuento, cuando recuerdo que es tan corto el amor, y es tan largo el olvido.