El papiro del destino

El destino tiene la última palabra en esta vida y quizá son muchos los que se sobreponen a este, pero yo no puedo, pues cuando el destino se lo propone, parece la quimera de mis sueños, el goliat en mi vida o la mano divina que escribe en el papiro de nuestro futuro.

Ningún sacrificio evita las páginas que debo recorrer en mutismo y sin dejar de sudar. Cada año y cada día no sirven para entender lo que se proponen los administradores de este merecido kharma, ni mirando las estrellas, ni conociendo la psicología humana y más aún, ni buscando el propósito de la existencia y las verdades más profundas de la universalidad de los miedos y paradigmas que nos retienen en la vida, son mérito alguno para evitar la lectura de la sentencia que se escribió en el papiro divino.

Ese rollo místico y terrible a penas tiene algunas comas que me dejan respirar. El siguiente párrafo parece ser lo mismo que el anterior, no hay dharma. Girar entorno de esas palabras parece tan injusto, siendo como soy, un ser como cualquier otro que tiene un destino escrito por sus propios actos. Pero hay otras veces que no encuentro una explicación a lo que vemos como casualidad o a lo que llamo recurrencia kharmática.

Las constelaciones son un ejemplo del destino, ellas me han visto miles de veces como las observo y me maravillo cuando danzan cada noche, admiro su paso suave pero firme, con ese andar despreocupado en aquel mágico tránsito por la bóveda celeste.

La vida parece una repetición de sucesos que vemos como bellos en cada giro, pero no se han dado cuenta que atraviezan el mismo ciclo una y otra y otra vez. El paso no es una danza de amor, sino una de guerra, o quizá un desfile de esclavos en una plaza pública, en la espera de un potentado dueño que pague algunas monedas para arrastrarnos a sus pies.

En este vetusto papiro ya existen palabras para lo que mañana encontraré en mi ciclo vital. Esta noche dormiré como cualquier otra, y mañana relizaré lo mismo que otros días, ya sean mis actos diferentes o no. Pues la vida no es un cúmulo de sucesos vividos, el gran secreto es que la vida es el reflejo en nuestro interior, de lo que hacemos cada día, es la impresión de lo que vivimos.

Pero aún sabiéndolo, es prácticamente imposible trascender al destino.

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