Adiós Penélope
Penélope,
No veo el horizonte en donde tus bellos pies bendicen la tierra que los sostiene. Sigo navegando en el océano de la vida sin alcanzar aquella mañana que me llene de alegría; ese día en que despierte entre tus tibios brazos, o esa noche cuando después de tu beso en mi frente me susurres: hasta mañana mi amor.
Soy tu Odiseo, eterno viajero sin descanso que no encuentra el camino de regreso a casa. Amada Penélope, quiero saber que todavía estás ahí, que aún me esperas; porque no quiero llegar a encontrarte cuando ya sea demasiado tarde, cuando algún pirata te robe el corazón.
¿Pero cómo saberlo? Sólo estando frente a ti descubriré la verdad, porque viéndote a los ojos entenderé si todavía puedo pertenecer a tu vida, o si debo saltar desde aquel acantalido hasta el profundo mar; y si después la muerte no me cobija, nadaré hasta que alguna bestia marina me regale el triste final.
¡Oh, amor! ¡Amor de mis amores! Que ahora vives en mis sueños solamente, no puedo alcanzarte. Recorrí todas las estrellas con mis ojos y en ese plano estelar no estás tú. Estoy perdido y no sé cómo salir de donde estoy. Hoy más que nunca necesito encontrarte, para colmar con besos tus manos y tus pies.
¡Cariño, cariño mío! La marea se está llevando el último estertor de mi resistencia... y sigo sin alcanzar el horizonte donde estás. Ahora veo que moriré entre las aguas de esta eterna soledad, de este desconsuelo sin fin; pues esta noche no termina, el día nunca llega, y la angustia no cesa.
Penélope, tengo tanto que contarte, de una vida que ha sido dura, de unas olas que no dejan de rugir y de romper lo que queda de mi templanza. Más no sólo es el terrible mar, son mis propias lágrimas que me asfixian, para mi pesar. Los días son interminablemente austeros sin tu compañía; y aunque no sé qué pasa en tu mundo, sé que en el mío todo está mal.
Muchas veces confundí alguna sirena con tu hermosa figura, otras tantas me perdí con el delirio que sufrí por mi soledad. Eres tú mi ilusión perdida, mi amor imposible, la esperanza de encontrar la felicidad. Eres el consuelo más allá de cualquier pena, el sentido de la vida, la razón de mi existencia. Pero más que todo: tú eres mi otra mitad.
Pero antes de ahogarme con esta soledad, sólo puedo desear que me lleves en tu recuerdo como un murmullo, como un silbido en el viento, como el canto de un ave que nadie oyó. Porque sé que ya no llegaré hasta ti, porque sé que a esta noche no sobreviviré... porque me cansé de luchar.
Odiseo.
Mon Laferte: "Flaco"
Cada experiencia suma y nos permite apreciar con real amor a quien lo merezca verdaderamente. Siga braceando, no desfallezca. Algún día la encontrará.
ResponderBorrarAlgún día.
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