Respuesta a una lectora


Meses atrás publiqué un artículo que mereció un comentario del cual se me quedaron grabadas las siguientes palabras, que más o menos son las siguientes:
Nuevamente te revelas como un incomprendido solitario (...).
Y aunque no podré responder públicamente a este comentario, lo haré metafóricamente, pues pienso que quien escribió el comentario me entenderá, sí es que todavía tiene costumbre en leer los artículos que publico.

Nuevamente me serviré de la conversación que mantuvieron Diotima y Sócrates, descrita en el diálogo "El Banquete" de Platón. En este, se refieren al nacimiento de Eros (Amor).
Cuando el nacimiento de Venus, hubo entre los dioses un gran festín, en el que se encontraba, entre otros, Poros hijo de Metis. Después de la comida, Penia se puso a la puerta, para mendigar algunos desperdidos. En este momento, Poros, embriagado con el néctar, salió de la sala, y entró en el jardin de Júpiter, donde el sueño no tardó en cerrar sus cargados ojos. Entonces, Penia, estrechada por su estado de penuria, se propuso tener un hijo de Poros. Fue a acostarse con él, y se hizo madre del Amor (Eros). Por esta razón el Amor se hizo el compañero y servidor de Venus, porque fué concebido el mismo dia en que ella nació; además de que el Amor ama naturalmente la belleza y Venus es bella. Y ahora, como hijo de Poros y de Penia, he aquí cuál fue su herencia. Por una parte es siempre pobre, y lejos de ser bello y delicado, como se cree generalmente, es flaco, desaseado, sin calzado, sin  domicilio, sin más lecho que la tierra, sin tener con qué cubrirse, durmiendo a la luna, junto a las puertas o en las calles; en fin, lo mismo que su madre, está siempre peleando con la  miseria. Pero, por otra parte, según la naturaleza de su padre, siempre está a la pista de lo que es bello y bueno, es varonil, atrevido, perseverante, cazador hábil; ansioso de saber, siempre maquinando algún artificio, aprendiendo con  facilidad, filosofando sin cesar; encantador, mágico, sofista. Por día aparece floreciente y lleno de vida, mientras está en la abundancia, y después se extingue para volver a revivir, a causa de la naturaleza paterna. Todo lo que adquiere lo disipa sin cesar, de suerte que nunca es rico ni pobre. Ocupa un término medio entre la sabiduría y la  ignorancia, porque ningún dios filosofa, ni desea hacerse sabio, puesto que la sabiduría es ajena a la naturaleza divina, y  en general el que es sabio no filosofa. Lo mismo sucede con los ignorantes; ninguno de ellos filosofa, ni desea hacerse sabio, porque la ignorancia produce precisamente el pésimo efecto de persuadir a los que no son bellos, ni buenos, ni sabios, de que poseen estas cualidades, porque ninguno desea las cosas de que se cree provisto.
Así, estimada lectora, entiende mi naturaleza, pero no confundas a los padres de este cuerpo del que dispongo, con mis vertientes psicológicas y/o espirituales, las cuales sí vienen desde Penia y Poros.

Ahora sabes de dónde vengo y a dónde voy; que no aspiro a ser parte del mundo, sino a abandonar este; aunque muchas veces me distraigo del camino.

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