Historia de un muerto


Alguna vez me dijeron que de amor no se muere... Pero si me lo hubiesen dicho antes de morir, ya estaría prevenido para seguir en la compañía de los vivos.

¡Mierda, es que estas cosas se avisan con tiempo!

Como sea, hoy escribo estas líneas desde el más allá, desde el otro extremo de la existencia, donde habitamos los descarnados.

Un viejo conocido de estos lares gritó: ¡sabíamos que regresarías! Claro está que no podía quedarme callado y le respondí en alta voz: muérete maldito...

¡Pero aquí estamos todos muertos!

Entonces sólo me escondí donde nadie pudiese verme, es decir en cualquier lugar, porque aquí todo es oscuridad y silencio.

Algún tiempo atrás, un ángel estiró su mano y me arrancó de este horrible lugar; pero ya me devolvió a mi antiguo barrio para ser olvidado e infeliz.

Sólo que ahora no puedo quitarme aquel último recuerdo de nuestro momento final: ese subterráneo sonido de su puerta cerrándose un metro atrás.

¡Por favor, no me dejes ir!

Clamaba por dentro en tanto me retiraba. Es decir, ¿cómo es que perdí la voz? Me quedé sin palabras, sin aliento, superado por los sentimientos adversos.

Después de descender las gradas y cruzar la calle, sentí el inevitable impulso de regresar, de decirle aquellas dos palabras que son como vino sobre el altar.

Pero el recuerdo aquel sonido de esa puerta me empujó a seguir caminando hasta perderme muy lejos, en ningún lado, tan cerca de la muerte como quería estarlo.

¡Ya la has hecho sufrir demasiado!

Airados reclamaron y sólo silencio profirió mi boca, sin brindar explicación o contarles mi versión. Más luego comprendí que mi tiempo entre los vivos expiró.

Amé con la fuerza de un volcán y con la convicción de un fanático, quizá como un demente o desquiciado; pero quien no ama está peor, porque vive inconciente e irrealizado.

Sucede que los que somos capaces de los mayores males, también lo somos para los mayores bienes... escribió Platón dos mil años atrás en su obra Critón.

Ahora, mi ángel está en paz porque la fuente de su mal está lejos, recluso dentro de un ataúd con clavos, entre la afonía de un mundo muerto.

Pero hay algo que sí sé por experiencia:

Que de amor sí se muere, y sólo un loco enamorado lo entenderá;
pues los que amamos con el corazón, morimos en ausencia de este;
y prefiero morir en la corta intensidad, que vivir por siempre enjaulado.

Robotech - Lisa y Rick / It Must Have Been Love - Roxette

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