Tu partida

Ella se ha ido, cuando en la noche, mis sueños brillaban con su presencia. El recuerdo que deja en mi corazón, es la ilusión partida, la dolorosa esperanza que nunca llegará, el final de una era, el adiós sin un te quiero.

No veo un mañana, no veo un después, cuando en tus manos, las mías no están, cuando en tus ojos, los míos no se reflejan, cuando a tu vida, la mía no pertenece.

Duermo con la intranquilidad de no abrazarte, de haberte perdido en un pasado distante, de no sentir nuevamente tus brazos alrededor de mi cuerpo, ni tus piernas sobre las mías, cuando a mi lado te recostabas, cuando solamente disfrutábamos de nuestra compañía.

Ahora mi cuerpo reposa entre sábanas solitarias, mientras los grillos componen su música y la ciudad descansa. En mi dormida imaginación, puedo ver como te acercas hasta mi, vestida con un suéter tejido de blanco, con un pantalón del mismo color, correa y zapatos negros, una hermosa cabellera negra, siempre suelta y larga hasta la cintura, y dos mejillas rosadas que iluminan tu rostro entre la noche; caminando pausadamente hasta tomar mis manos entre las tuyas, y cuando mirabas con ternura mis ojos, pronunciaste las palabras que no deseaba oír de tus labios: "adiós amor, adiós".

Luego te alejarías sin mirar atrás, doblando una esquina, desapareciendo para volver jamás.

Entonces despierto violentamente, giro la cabeza a mi alrededor y no te encuentro. Pues no era un sueño, era mi realidad. Pero todavía mis manos pueden sentir las tuyas, tu perfume de vainilla puedo olerlo en la habitación, sólo con mis ojos no puedo verte, pero hasta con mis oídos escucho tu voz, como el canto de una sirena cuando murmura sus melodías entre la penumbra.

Desearía que esto no sea más que una pesadilla y que al levantarme, tu me colmes de besos y palabras bellas. Pero ya no me acompañas en esta vida, no volveré a verte más, contigo se fueron mis pensamientos y las esperanzas de vivir en paz.