Psico Odisea - Paraíso perdido

Se ha extraviado en la noche profunda, la fuente de la tranquilidad, el agua que la vida otorga, la flor que adorna en los días de un año estival.

El beso al vacío, el abrazo a la nada, el amor no correspondido; la imaginación vuela hasta una quimera que otorga placer instantáneo, pero alcanzable en la soledad, en la distancia, en el descontento de los olvidados.

La fuerza creadora se manifiesta, la lámpara que nunca se apaga alumbra de repente en la oscuridad, las nubes que ocultaban al sol, dejan espacios por donde sus rayos permiten aclarar la superficie empantanada por aguas frías y espesas, cubiertas de hierba y tierra arrastradas desde lugares ajenos.

Breves son los momentos de luz, pasajero soy de un transporte que no se detiene para apreciar el verdor y los floreados matices que engalanan una visión, completada con un arroyo que suavemente discurre creando la vida.

Sin notarlo, avanzamos y nos alejamos del campo de los suspiros, del valle primaveral, del eterno día que se extiende más allá, donde los matices grises no tienen cabida, donde la mortalidad nunca llega, en donde el aire siempre se renueva y está perfumado por plantas que, aquí y allá, ocupan melódicamente el espacio de primigénea belleza, que como notas de un piano o como acordes de un violín, se entrelazan con el todo, para entregarnos una sinfonía sin fin.

Entre mis manos casi estuvo, se escapa el inalcanzable, la doncella de una vida, el misterio insondable, el sueño postergado, la caricia prohibida, el toque de unas manos, una hija perdida o el amor que nunca ha llegado.

Lejos de mi, ahora, estás más allá de mis fuerzas, más allá de mi imaginación, la esperanza perdida está, cuando la quimera se ha consumado; las noches de sonrisas y la alegría de la ignoracia pronto dormirán a mi lado; el resplandor de lo mundanal, la esterilidad de la normalidad, el paso en una larga carrera y el grano de arena sobre el inmenso mar, cimentarán el futuro, el mañana, el presente de mi andar.