Crítica a A todos los chicos: Para siempre
Parece que nos quieren decir que hay que disfrutar la vida escolar, que el compromiso sentimental a larga distancia es posible con la fuerza del amor...
La buena producción rescata un desarrollo pausado y sin vitalidad. Retratan muy bien las experiencias y emociones que tienen los
estudiantes en su último año de estudios escolares; las dudas, las
reflexiones y el dilema que se presenta cuando el adolescente inicia su
camino a la adultez.
Pero francamente me aburrí a los 5 minutos. No estoy siguiendo la tendencia de los críticos especializados y me uno a la opinión del populorum. El argumento ya no está para la época, se siente desfasado e inverosímil. Pero si te gusta lo nostálgico, estoy seguro que disfrutarás esta película.
¿Por qué inverosímil? Porque los que estudiamos en una ciudad distinta a la del hogar, no estábamos dispuestos a mirar atrás por nadie; si ya dejábamos a nuestras familias, no nos íbamos a quedar por una relación sentimental.
Desfasado porque en la realidad de este país, hay universidades en todas las ciudades y la mayoría de estudiantes no desean salir de su ciudad natal; así que nacen, crecen, se reproducen y mueren, en la misma ciudad donde nacieron.
Lo bueno es que la película es apta para todas las edades. Lo malo es que le dejo un 4.5/10 por lo aburrido, aunque merece un 6/10 por la producción, técnicamente es buena.
Traté de recordar la emoción de mi ingreso a la universidad, pero como ya sabía que ingresaría, no tuve alguna alegría. Sí recordé la emoción que sentía al volver a la casa familiar cada verano, después de recorrer 1,300km en un viaje que duraba como 24 horas, para pasar las semanas siguientes nadando en la piscina por las tardes, vagando, conversando con mi familia, etc. Cerrando el ciclo con la despedida, siempre triste, pero inevitable. Volver a los estudios y a la exigencia intelectual de la mejor universidad de ingeniería de este retrasado país, era justo y necesario, parafraseando al cura de la iglesia...
Y ese es el punto: el reto. No hay sentido en ser joven si no hay retos que los jóvenes valoren, como exigir al máximo nuestro potencial intelectual. Porque pasada la juventud, será muy difícil extraer algo extraordinario de una mente poco educada. No dije imposible, dije muy difícil.
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