Trece años escribiendo
Fue una gran amiga en Nicaragua quien me animó a escribir. Mirando hacia
el pasado, parece que solo apretó un botón y comencé a hacerlo... hasta
el día de hoy. No sólo me gusta escribir, es todo un proceso que me
llena y me vacía al mismo tiempo. Me permite investigar, aprender,
afianzar, crear, escribir, manifestar, desfogar, compartir y más. Llego a
comunicarme, a expresarme con mi arte. Es inagotable, no me aburre ni
me agota.
Hoy que releo ese primer poema, noto ese entusiasmo juvenil, ese ímpetu inmaduro, madera en potencia, fuerza natural, como un volcán que explota en emociones, que aún me llena como lo hizo hace 13 años.
Ahora escribo con mayor variedad, y he de confesar que: los poemas de los últimos tres meses han sido los más profundos, sin perder la fuerza de antaño, pero encausado en la madurez de estos nuevos años, con mayor experiencia y conocimiento. Sigue siendo arte, pero ahora contiene filosofía y ciencia, no solo sentimientos.
Si debiese elegir los poemas de mi preferencia, seguro estarían La sangre de Camila Beltrán, La muerte y el tiempo, Vida o muerte, El alma libre de Odiseo, Poema II, Dos personas que jamás se amaron, Alúmbrame, Historia de un muerto, Pinta todo mi mundo con tu amor, Balada para alguien que no conocí, Palomitay, Ciudad solitaria, etc's. Y aún me falta revisar y recordar los más de 1200 artículos que publiqué en el poemario y en odisea virtual, que no solo son de poesía, como la Madre de las moscas. Hubieron artículos y videos que demoré más de 50 horas en completarlos, uno de ellos fue AFP vs Plazo fijo. También un audio poema titulado El campo fértil de mi amada.
Hasta hubo un poema que celebré en compañía de una amiga muy especial en la terraza de un nocturno lugar. Motivo: un poema llegó al millar de vistas en poquísimos días.
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