Sueño bajo la lluvia

En estos tiempos de pasión desbordada e inconmensurable lujuria, el romance ha dejado de existir.

Cuando el sol ya no está, después del trabajo y cualquier nimiedad, camino por las calles centenerias de una andina ciudad, que recostada en las faldas del inmenso volcán, hoy está cubierta de interminables nubes grises que oscurecen su brillo usual. Las pequeñas gotas de lluvia rocían mi rostro y me animan a reflexionar en soledad, alumbrado sólo por ligeras luces amarilllas, de vez en cuando acompañado por algún taxi que vigila lentamente, o algún peatón ocasional que regresa apuradamente a casa. En tanto yo, camino solo sin destino, porque nadie me espera en lo que llamo hogar.

Ya no hay personas que disfruten el fresco, no están las parejas ilusionadas, no brilla la noche con los ojos de las enamoradas. No encuentro a jóvenes tocando la guitarra a su novia, o alguna pareja perdida mientras se besaba y abrazaba.

Amar cada día como si fuese el último, riendo bajo la lluvia, hablando sin cesar, sonriendo mientras nuestros brazos están cruzados, caminando sintiendo el viento en el rostro y el refrescante frío que anima al andar.

¡Oh, mujer! ¿Dónde estás? Ya no existe una con tiempo y espacio para amar, para sentir, para soñar... Hoy se vive esperando ese corto y vano momento, para recibir, y algunas veces una migaja dan.

Si pudieses ver en mi corazón, que palpita por un minuto de tu amor, por sentir tus suaves caricias en mis ansiosas mejillas, por disfrutar la armonía de tu voz susurrándome palabras bellas, o perdiéndome en la profundidad de tus oscuros ojos para no volver más.

Recuerdo mis manos en tu rostro, cuando lo acariciaba con la dulzura que sólo un poeta puede traspirar; cómo en tu perfumado cabello se enredaba mi sentido olvidando la razón; y cuando podía abrazarte para fundirme en tu cuerpo hasta ser parte de ti.

No, no necesito sólo tu compañía, necesito tu atención, porque ya no es suficiente caminar a tu lado bajo la lluvia, pues si no vivo perdido en tu cariño, no deseo más volver a verte; y si no puedo ser eternamente tuyo, prefiero el exilio o la muerte.

Johnny Mathis: "Misty"