Algún día nos habremos de encontrar
En esas calles, en esa plaza, en ese puente.... Tantas historias compartidas entre nosotros que ahora son leyendas murmuradas por el viento que desciende desde el manto blanco del volcán.
Ese reloj en la torre de la catedral que mostraba la misma hora en cada uno de nuestros encuentros, finalmente avanzó, y hasta el día de hoy no ha cesado en marcar cada una de las horas desde nuestros adiós.
Lejana a mis pensamientos, ausente ya de mi presente, todavía puedo ver algo de tu recuerdo en mi pasado, pero no sé sí quedará suficiente en mí y en ti, para escribir un futuro compartido.
Y en este tiempo que no vivimos, puedo desearte tanto bien como tú me lo deseas a mí, y quizá algún día nos habremos de encontrar, debajo de ese farol de luz amarilla, que se esconde en una quinta del centro de la ciudad.
El Tri: "Las piedras rodantes"
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