Defensa del consumidor Perú: Cabanossi Florencia

En una de esas veces, en que me dirigía al cine por la noche, creo que fue en domingo, me provocó comer un cabanossi durante la función. Compré la entrada y me dirigí a la confitería del cine para adquirirlo, pero no lo vendían. Aproveché los minutos libres, antes que inicie la película, para visitar el supermercado, donde encontré el cabanossi de marca Florencia.

El precio de S/6 (aproximadamente) por 4 unidades me pareció irresistible; además, sería una nueva experiencia de marca, porque yo sólo conocía la de Otto Kunz (unidad a S/3.85).

La primera impresión del Florencia no era buena, el empaque de los 4 cabanossi, era un simple plástico para alimentos agregado en el supermercado; mientras que el Otto Kunz tenía un empaque por unidad, sellado al vacío. El color del primero, era de un rojo vivo; el del segundo era de un rojo oscuro; además de un par de diferencias menos notorias. No estaba seguro de comprar el Florencia, pero finalmente lo llevé.

Salí contento del supermercado, porque aunque el producto no sea visualmente bueno, o quizá su sabor y calidad no sean como otros mejores, podía ser aceptable.

Antes de entrar a la función, me fijé si estaba prohibido el ingreso con alimentos ajenos al cine, pero no encontré ningún letrero que me lo prohibiera, así que proseguí y me senté en la butaca asignada. Esperé pacientemente que transcurrieran los comerciales e inicie la película. Y así fue. Nada más empezada, desenvolví el paquete de los cabanossi y su olor no me dio buena espina, pero procedí a clavarle mis caninos, sin saber lo que me esperaba...

Arranqué un pedazo y lo mastiqué, mi saliva comenzó a mezclarse con los jugos y grasas que, por la presión ejercida con mis molares sobre la salchicha seca, salían en suficientes cantidades para llegar hasta las papilas gustativas, que en la parte posterior de mi lengua se encontraban.

Llegado el sabor a esta área, se transmitieron a través de mi nervio gustativo, señales que alcanzaron mi cerebro, y este tenía que reaccionar de algún modo. Fue así como mi cuerpo se movió ligeramente hacia adelante, tenía náusea. Comencé a masticar con la boca abierta y el ceño fruncido, con ganas de escupir lo que en mi boca todavía seguía exparciendo su horroroso sabor por toda la cavidad bucal.

!Dios mío! No recuerdo la película que veía aquella vez, pero si recuerdo el "asunto Florencia". Acabado el sufrimiento, mi estupor era mayúsculo. Entré en duda, pensé que yo había tenido un colapso mental y, contra todo lo razonable, decidí probar otro bocado.

¡Carajo! Estaba peor que el anterior. No supe qué hacer, sólo lamentarme por haber comprado semejante cosa. Se me hace dificil explicar el sabor de aquel producto, pero deben recordar una palabra cuando vean el cabanossi Florencia, sólo una palabra: ASCO. Siendo justo, la frase correcta sería ¡Qué asco!

Como no soy una persona grosera, no digo lo que realmente debería exclamar: ¡qué m****a es esto! ¡es una cag***!

He probado productos malos, pero este los supera a todos. Nunca me había expresado tan mal de un producto, ni aún estando vencido.

Si usted, querido lector, desea comer el cabanossi Florencia, sólo podrían existir tres explicaciones para semejante acción:
  1. Usted no conoce otros cabanossi,
  2. Usted come peor que mi perro,
  3. Usted está auto infringiéndose algún castigo o hace algún acto de contrición (penitencia).
Como conclusión de esta experiencia, el cabanossi ingresa a mi lista de productos, por el que se debe pagar más para conseguir buena calidad, porque la diferencia entre un producto de alto precio con el de bajo precio, es demasiada. El mismo caso para la mantequilla, el aceite de oliva, las aceitunas, etc.


Comentarios

  1. jaja ok... evitaré esos cabanosis . Gracias, yo también los hubiera comprado

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