Crítica a El día que Nietzsche lloró
Enterarse que una película presentará a Nietzsche como personaje principal, es ganarse la asistencia del público con preferencias más intelectuales; pero ir descubriendo gradualmente que Breuer, Freud, Salomé y Bertha participarán en la misma, es estimulante.
Sin embargo, el lado opuesto de la moneda es creer que Nietzsche lloraría.
Como siempre, presentar los sueños resulta una tarea de gran técnica e imaginación que, generalmente, termina en escenas poco creíbles, sin transmitir claramente la intención y culminando en una deficiente interpretación de la misma por el asistente; como le ha pasado a El día que Nietzsche lloró.
Armand Assante interpretó apasionada y sinceramente al filósofo; sin dudarlo es lo mejor de la película. Contrariamente, la actuación de Ben Cross (Breuer) no es convincente, por momentos parecía exagerada, pero logró transmitir la totalidad del personaje, por cierto más complejo que la del mismo Nietzsche; quizá el problema no era el actor, sino la dirección.
La ambientación, el vestuario y la escenografía se mostraron muy adecuadas a su tiempo; y como no, la soprano estuvo magnífica. Los diálogos interesantes aunque de poca profundidad, casi simples citas del trabajo de los "héroes" nombrados en la película, pero canalizaron al espectador hasta el descenlace final. Sí me resultó un trago muy amargo ver a un Nietzsche tirando sus propias creencias, como se insinúa en la escena final.
Los últimos 25 minutos son trepidantes, emocionantes, sensibles y humanos, consiguiendo fusionar a la filosofía con la psicología para arrear la realidad mental de los dos personajes principales, donde Breuer ingresará a su propio abismo psicológico como un hombre derrotado, pero emergerá del mismo como el superhombre de Nietzsche.
Lástima que en la película no se arriesgaron a responder cuestiones tan importantes como: "si no hay dios, ¿qué garantiza la justicia, la bondad y la rectitud en el ser humano?".
Y esto se debe a que en esta película no encontraremos nihilismo, sino humanismo; porque más que intelectualidad o filosofía, presenciaremos un drama humano visto desde la perspectiva del psicoanálisis; no por esto poco interesante, en realidad está muy interesante porque podríamos sentirnos identificados con Breuer; no diré que con Nietzsche porque no creo que alguien tenga el ego tan inflado para sentirse a la altura del filósofo.
En fin, ha sido un placer encontrar a la filosofía y a la psicología en la misma película, siguiendo el camino que Nietzsche nos dejó.
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