Silencio

Torata - Moquegua, Perú

 

La noche está callada. Finalmente disfruto del sosiego de la afonía sin pronunciar alguna palabra, lejos de cualquier criatura. Solo estoy yo y nadie más. Y esto es lo mejor.

No me malinterpreten, simplemente me gusta estar tranquilo, sin bullicio, sin gente. No pido favores y me disgusta que me los pidan. No entiendo a la sociedad y no deseo entenderla. La soledad está bien para mí.

La oscuridad y el silencio es lo que le permite a mi mente volar muy lejos, quizás no tanto como volaba mi cuerpo astral, pero sí que va lejos. En noches como esta, puedo atar mis sentimientos a un ancla y tirarlo a donde me plazca, para dedicarme a escribir mientras mi corazón este contenido y pueda hallarlo al final de esa cadena, en un abisal.

 

Todo lo quiero está aquí, en este momento; y ya nada más existe.

 

El año termina, como todos los años. La vida se acorta, como todas las vidas. Desde un punto de vista particular, como si observara desde una colina apartada, me parece que por más que digan que lo único eterno es el cambio, en realidad nada ha cambiado, solo es otro ciclo que volverá a empezar... y volverá a terminar.

 

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Lo que no me parece que sea un ciclo y solo un camino sin final, es aquello que no conocí, aquello que está muy lejos, después de ese camino ascendente que se pierde detrás de una montaña, allá por los glaciares. Todo ese conocimiento está perdido para siempre, sin que los rayos de mis profanos ojos pudieran observar las páginas de ocultos arcanos, aquellos que solo el Maestro conocía.

—¿Es que no abriste ese arcano alguna vez? ¿No encontraste la verdad que buscabas?

Sí que la encontré.

 

—¿Qué es lo que deseas ahora? 

Entender.

—Pero tú ya lo entendiste.

 

Sí, simplemente no puedo pasar de ese punto. Es como llegar hasta la puerta del oráculo, leer el mensaje en la entrada y sentarme al pie del dintel por el cansancio de la travesía.

—Ahí está la entrada, solo tienes que pasar.

Solo debo pasar para dormir tranquilo sin despertar, reir con sinceridad, conversar cuando quiera conversar, y tener mi mente en silencio, libre del tormento de mi mente y mis pasiones.

 

—Has recorrido el camino para encontrar el conocimiento. Cruzando la puerta encontrarás la libertad.

 

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