Si tú me quisieras
Amanece en la ciudad. La sombra que dibuja el volcán, cubre rápidamente el valle que se extiende desde sus faldas, siguiendo al ruidoso río sobre quebradas, montañas, cortas planicies y más allá.
Las pajarillos silvan entre ellos, con intensidad en este amanecer; también se oyen algunos ladridos, que rompen aquel coro matinal; y los gallos, como tenores desafinados, cantan breves arias para completar la sinfonía animal.
Después, cuando el concierto ha terminado, el tono grisáceo de espesas nubes se adueña de los cielos; en tanto mi habitación, donde yace mi cuerpo despierto, mantiene la oscuridad y el mutismo ha vuelto.
La vacuidad del ambiente sólo se rompe con mis pensamientos, con recuerdos; pero más que lo otro... con deseos insatisfechos, con la imposibilidad de acercarme a aquel negado amor, siempre distante, ¡siempre tan lejos!
Sufre mi corazón sin permitirse consuelo, por no encontrar su tiempo y llenarse de bellos sentimientos, perdiendo lentamente, gotas de sangre que ya no circularán por mi cuerpo; sólo muriendo, secándose sin viento.
Tristes son las melodías de furtivos pájaros, que con raudo vuelo, atraviesan el cielo gris que se extiende sobre mí. Son aves solitarias que se pierden en la distancia, como yo me perdí en este mundo sin encontrar respuesta a mi canto.
Permaneceré en lontananza, más allá del horizonte de su visión, en ese olvido que se extiende interminablemente. No veré un nuevo amanecer sin los rayos de su presencia, y el volcán no volverá a proyectarse en esta tierra que no fue de mi elección.
Pero si ella me quisiera... llegará una primavera, ¡llegará una vez más! Cuando ella por fin me quiera; y yo la amaré hasta el final.
Mon Laferte: "Si tú me quisieras"
Comentarios
Publicar un comentario