La Última Batalla


Veinticinco años atrás, como bisoño estudiante universitario, dedicaba mis horas libres a devorar un lote entero de las famosas revistas Selecciones de Reader's Digest. Este descomunal lote almacenado por mi abuelita y olvidado en el tiempo, empezaba con una edición de algún mes de 1947 ó 1949. Este último tenía artículos interesantísimos, como uno que indagaba sobre la evolución física del ser humano en los milenios por venir, afirmando que la cabeza nos crecería y seríamos muy parecidos a lo que hoy conocemos como la —supuesta— raza extraterrestre de los grises. Eran varias las torres que se apilaban de estas vetustas revistas. Pero en tres de ellas pertenecientes al año 1966, publicaron un resumen de la obra "La Última Batalla" de Corenelius Ryan, que trata sobre la batalla final del III Reich o, dicho claramente, la invasión de Berlín.

Me vino a la mente esta lectura porque hace cuatro días se conmemoró un año más del inicio de la Batalla de Berlín. Sucedió un 16 de abril de 1945, donde las fuerzas soviéticas en su arrollador avance, se enfrentarían a los últimos rezagos de lo que anteriormente fue la imbatible Wehrmacht.

Hace 74 años inició la ofensiva soviética en las alturas de Seelow, episodio que forma parte de la batalla de Berlín, pero a esa particular confrontación se le ha denominado como Batalla en las alturas de Seelow. Para el 20 de abril, los soviéticos rodearían Berlín con 2.3 millón de soldados. No hace falta decir que en aquellos días los alemanes se defendieron hasta con niños de 10 años, ancianos, mujeres y todo, absolutamente todos los recursos que restaban en la ciudad. En esta batalla se llegó a tener más de 200,000 muertos en ambos bandos y más de medio millón de heridos.

Ciertamente hubieron batallas en territorio ruso que fueron mucho más sangrientas, pero  me ocuparé de estas más adelante.


La obra de Cornelius Ryan es enteramante recomendable, es infaltable para un lector de historia, porque la narrativa es real y sobrecogedora; se detiene para presentarnos el lado humano de la batalla, no sin antes describirnos la impresionante embestida del Ejército Rojo en las alturas de Seelow, y la siempre eficiente respuesta alemana.
Da miedo pensar que los nazis fueron demoníacamente eficientes, disciplinados, e inteligentes hasta en su postrer aliento, causando más muertes que las recibidas, aún en enormes condiciones de inferioridad.
¡Claro! En el libro no faltarán los máximos héroes soviéticos Zhukov y Koniev, tampoco las correrías de Henrici como personaje central de la defensa alemana. Resulta un trago amargo leer los pasajes desgarradores de los civiles, pero así sucedió.
Pero también da miedo pensar que hubo un país capaz de estacionar 2.3 millones de soldados, más de 6,500 tanques, 7,500 aviones y más de 40,000 piezas de artillería alrededor de la capital enemiga y que, todavía, tenga aliento de sobra para seguir avanzando después de haber perdido 24 millones de vidas en esa misma guerra.

Reflexión propia

Como un punto y aparte, en esta sección quiero manifestar que la decisión de Stalin de invadir Berlín  fue una completa estupidez. Fue inhumano con sus propios coterráneos, se entiende que odie a su enemigo, pero no se entiende el desprecio a la vida de sus soldados. En cambio, se entiende la política de Estados Unidos, que no sacrificó más vidas de su ejército para capturar la capital de un imperio ya vencido.

Viendo la cantidad de muertos que tenían los soviéticos por causa de esta guerra,  no hacía falta agregar más nombres a los cementerios, si podían simplemente cercar Berlín y esperar a que se rindiesen los nazis.

Hay que ser honestos, no sólo los soviéticos sufrieron en esta guerra, también los alemanes. Cierto es que los nazis iniciaron la guerra, no voy a defender lo indefendible, sólo Hitler lo haría.

Y ya que mencioné a Hitler, quizá no sabían que él prometió al pueblo alemán que la Batalla de Berlín iba a ser el Stalingrado nazi, el punto de inflexión donde el Reich de los mil años volvería a tomar la ofensiva. Este hombre hace tiempo había perdido la razón, estaba totalmente deconectado de la realidad, envuelto en su locura. Bueno, este personaje merece un artículo entero para contarles lo que hacía mientras invadían su ciudad.

Con el perdón de los pueblos que conformaron a la ex Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, sus líderes no tenían criterio y experiencia en la guerra, además valaroban la vida tanto como una nada; pues el soldado soviético parecía munición para escopeta, se mandaban a morir en el campo de batalla como si hubiesen de sobra. Esto es porque Stalin era el perfecto líder déspota, mitómano, desconfiando hasta un límite inverosímil, absolutamente indolente  y carente de experiencia en campo.
Dios nos libre de un líder como Stalin.
Se calcula que perecieron 24 millones de soviéticos en la IIGM, pero concluyo que buena parte de las bajas son culpa de los mandos soviéticos, específicamente de las pésimas decisiones de Stalin. Cuando ganaron batallas, fue más por deficiencia de los alemanes que por iniciativa de los soviéticos. Podemos apreciar como en todas las grandes batallas, los nazis estando en condiciones inferiores o muy inferiores, terminaban perdiendo menos recursos (incluyendo vidas humanas) que los soviéticos. Pero Stalin quería acabar pronto con la guerra y decidió invadir Berlín, agregando más de 80 mil vidas soviéticas al panteón.
Antes de la IIGM, Stalin llevaba años asesinando o mandando a los gulag (se dice que se cuentan por millones), a los intelectuales, científicos, opositores, a los mandos experimentados del ejército, pobladores y cualquiera otro. Finalmente la ausencia de estos fue decisiva para la catástrofe que sufrió la URSS en la Gran Guerra Patria, nombre con el que conocen en Rusia a la IIGM.
Antes que estallara la IIGM, la guerra Ruso Finlandesa demostró lo ineficiente que fue el Ejército Rojo, no por sus soldados, sino por sus inexpertos mandos. Los Rojos perdieron 10 veces más hombres que los Finlandeses. Según se informa fueron más de 500 mil vidas soviéticas entregadas a la causa de Stalin.

La doctrina soviética de desgaste propio en una guerra, parece que ya no es parte de la estrategia actual de la Federación Rusa, cuyos mandos deben estar convencidos que sus recursos humanos son muy inferiores al de los tiempos pasados, en comparación con otras potencias. Enhorabuena para el soldado y el pueblo ruso.

Fuentes consultadas: Wikipedia

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