Devórame otra vez
La noche avanzó con normalidad, con el gusto de tu piel en mi boca... pero de manera súbita cambió, cuando tus labios se llenaron de mi sabor.
En esa oscuridad, cuando las sábanas nos escondieron de la luz que se cernía por las cortinas, tu compañía me llenó; pero fue entre tu dominio, que mis sentimientos se desbordaron.
El sol calienta el agua fría del río, que baja serpenteando por su cauce a través de quebradas, formando rápidos y caídas de agua, hasta desembocar en la planicie.
Pero cuando llega el anochecer, bajo la luna de tu pasión, el río crece como un torrente que arranca las laderas de las colinas, mientras prorrumpe en rugidos cuando atravieza la cordillera, formando sinuosos meandros que terminan sobre la pampa, a donde arrastra todo el material sedimentario que, saturando el lecho natural, forma saltos, remolinos y cascadas.
Y después del amanecer... el río no recupera su calma.
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