Apuntes de una noche sin amor
Otra noche en vela. La madrugada llegó, avanza, y sigo envuelto en dudas.
El silencio es total, casi ensordezco. Nunca percaté que mi reloj de pulsera hacía tic tac.
Decidí escribir para relajarme, ventilar mi descontento, quizá después conciliaré el sueño. Pero sigo con dudas, con miedo. Hay cierta corriente de aire que entra por la ventana cerrada y enfría mi mano, quizá por esto estoy temblando...
El silencio es total, casi ensordezco. Nunca percaté que mi reloj de pulsera hacía tic tac.
Decidí escribir para relajarme, ventilar mi descontento, quizá después conciliaré el sueño. Pero sigo con dudas, con miedo. Hay cierta corriente de aire que entra por la ventana cerrada y enfría mi mano, quizá por esto estoy temblando...
Ahora entiendo porqué siento frío a pesar de vestir una casaca: ¡porque estoy afuera! Afuera de su vida.
Pienso.
¡Bah! No me hacen nada feliz estos pensamientos. Sé que ya no dormiré, mis párpados están totalmente abiertos. En cualquier momento cantará el gallo.
El tiempo avanza.
¡Oh! Ya veo la cordillera. El alba nace detrás del volcán y de las montañas. Empieza el día. Será difícil no desanimarse o trabajar.
Ya cantan las primeras aves. Observo el amanecer. Pero al ver las luces en la lejanía, en la zona por donde vive mi amada, me desanimé.
Me perderé irremediablemente en el desierto de la soledad, me esconderé en el silencio de la tristeza. Y allí, donde el sol no llega, cubierto por montes y quebradas, recordaré cuanto fallé, todo lo que no fui... y algo más.
Fin.
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