Una noche en la Plaza de Arequipa

Algunas noches, pasada las diez, después de trabajar, cuando el cansancio agobia mis pies, luego de emociones tensas, de días malos o de días tristes; camino tranquilamente, a este secreto lugar, oculto entre la multitud, con luces amarillas, donde circula un viento frío que me relaja, con espacios para perderme, en donde algunos  van y vienen, donde encuentro mi tranquilidad.

Aquí, a esta hora, el mundo adquiere otra dimensión: de solaz, de confianza; el ritmo de la vida parece que cede; y por algunos minutos, la vida cambia.

En este lugar, el dinero no importa, puedo comprar un chupete, sí, de esos que cuando niños, disfrutamos con dulzura, sin remordimientos, hasta terminarlo. Tengo un celular con radio y audífonos, puedo escuchar música, pero no lo hago, me gusta este oasis entre la modernidad y el bullicio.

La mirada la pierdo en el vacío, a veces en el cielo; me sumerjo entre pensamientos que plasmo pausadamente sobre las hojas de mi cuaderno. ¡Ah! Mi lapicero anda tanto tiempo en mi boca como sobre el papel. Aún así logro escribir algunas líneas, formo una idea; luego, simplemente, me entrego al momento.

Después de respirar largamente, mi visión se aclara, supero el cansancio, se esfuma mi permanente dolor de cabeza, y... hasta olvido aquel desamor. De repente, sueño otra vez, recupero las ganas de vivir, me ánimo fluye, nuevamente disfruto en mi soledad.

Es cuando veo, como algunas parejas se abrazan fuertemente sobre las bancas, otras están conversando amenamente. Pero yo me pregunto: ¿estaré alguna noche como ellos, sentado muy cerca de mi amor en este lugar? Entonces muevo la cabeza de un lado a otro, y sentidamente bajo la mirada al suelo.

También pienso en las vidas que me rodean, en los extranjeros que visitan esta ciudad, todos ellos en su propio universo, circulando por mi secreto lugar, desde donde observo sus momentos, y de cuando en cuando, admiro su sencillez, su ligero andar.

¿Cuál será la razón para vivir? ¿Seguimos existiendo aún en la muerte? ¿Será que ya no es importante el motivo de la vida, mas bien es la existencia de algo superior que trasciende al estado de vida y al de muerte? Y así como con estos opuestos, ¿podría ser que durante la vida, también hay algo que trasciende cada momento? Pero no, este no es el lugar para filosofar. Aquí siento, aquí no existo, sólo soy yo.

Sí, ya es la hora de partir. Me voy reconfortado, dispuesto para la caminata que a casa me llevará. Me levanto con la promesa de volver, enamorado de este lugar, quizá con alguna nostalgia, pero con ganas de volver amar...



Comentarios

Entradas más populares de este blog

Rijchary - Inti y Sisa - Letra / Lyric

Cinemark vs Cineplanet

Roberto Carlos: La guerra de los niños

Un Viaje a la Vida: Solo escúchalo

Fernando Túpac Amaru Bastidas: Este cautiverio y agonía sin fin

Arequipa vs. Trujillo

Obras de Odría en Tacna