Jorge Cafrune
Y llegaste a ser el payador perseguido... por una dictadura militar. Te llevaron tan pronto, Jorge. Cuando te conocí, ya tu música vivía en el alma de los demás, algunos recordamos cuando cantó un argentino.
¿Por qué entonaste la zamba prohibida? ¿Por qué preferiste al pueblo en lugar del poder? Hoy vivirías como un personaje de culto y con vergüenza por esa mezquindad. Pero preferiste morir sin la vergüenza y recogerte en los corazones del público, en la ruta del Libertador.
Viniste de muy abajo y muy arriba no estuviste, pero al pobre tu canto le diste y así la pasaste contento. Estuviste en tu elemento y valiste por lo que fuiste. Cantaste a los pobres y ni muerto te van a callar, pues donde vaya a parar tu canto, no faltará el paisano que te hará resucitar.
¡Estrella! Tú que miraste y escuchaste su padecer, déjalo que cante, déjale que quiera como él sabe, porque, cuando llegue el alba, él vivirá. Y al ardiente mediodía, cuando vierta su armonía el tuyú, estará en la fresca sombra umbría, bajo el verde guaviyú.
Nos dejaste porque tu parte estaba cumplida, ahora estás en el lado donde el sol se duerme. Y si te pones triste, piensa que en la noche embrujada está él. Que si se ha perdido su canto en las sombras... perdurará en ti.
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