¿De qué hablamos, cuando hablamos de dios?

Hay veces que me han preguntado si creo en dios, o como muchos le llaman: "Dios". En ese momento, mi mente duda si contestarle lo que desea escuchar, para evitarme la molestia de explicar algo en lo que no estaremos de acuerdo, basándome en conversaciones previas con otras personas sobre el mismo tema (estadística), o hacerle una pregunta muy sencilla: ¿qué es dios para ti?


Para mí, la creencia impuesta en este dios, grabada en mi psique por varios años durante mi niñez y adolescencia, ha merecido mucho esfuerzo propio en mi juventud, para deshacerla y abrir mi mente.

Hoy encontré a otra persona que también hizo esta pregunta, seguramente hay muchas más, pero en mi ignorancia no las conozco. A continuación, un texto tomado de un blog que hace referencia al libro de Carl Sagan “La diversidad de la ciencia”.
La serie de hipótesis que subyace bajo la palabra “Dios” es inmensa. Una ingenua visión occidental de Dios es la de un hombre inmenso, de piel clara, con una larga barba blanca, que se sienta en un gran trono y lleva la cuenta hasta de cada gorrión muerto.

Comparemos esta visión con una bastante diferente de Dios, propuesta por Baruch Spinoza y Albert Einstein, en una segunda clase de dios al que ellos consideraban Dios. Einstein interpretaba constantemente el mundo en función de lo que Dios haría o dejaría de hacer, pero por Dios entendía algo no muy diferente a la suma total de las leyes físicas del Universo; es decir, la gravitación más la mecánica cuántica, más la teoría del campo unificado, mas unas cuantas cosas más, para él, equivalían a Dios. Y lo que querían decir con todo eso es que había una serie de principios físicos, extraordinariamente poderosos, que parecían explicar mucho sobre un Universo que de otro modo era inexplicable.
Sería insensato negar la existencia de leyes de la naturaleza y, si de esto es de lo que hablamos cuando decimos Dios, no hay posibilidad alguna de ser ateo, o al menos alguien que profesase el ateísmo tendría que dar un argumento consistente de por qué las leyes de la Naturaleza son inaplicables. Y creo que se vería en apuros para lograrlo.

Así pues, según esta segunda definición de Dios, todos creemos en Dios. La primera definición es mucho más dudosa y hay una amplia gama de otros tipos de dioses. Y, en todo caso, debemos preguntarnos: “¿De qué tipo de dios hablamos y qué prueba hay de que Dios existe?”
Agrego que si alguien me dice que dios es el creador del universo, asumiré que para esta persona dios es el big bang y le responderé que también creo en él. Es como decir, el sinónimo de la expresión "big bang" es la palabra "dios".

Si alguien me dice que dios es bueno, bello y un sin fin de virtudes, también le responderé que sí creo en dios.

Sin embargo —al estilo platónico—, aunque mencionan los atributos del dios en el que creen, no están diciéndome qué es exactamente dios. Por ejemplo, es como decir: ¿qué son las matemáticas? A lo que podrían responderme: Las matemáticas son 1, 2, 3, 4... Otro podría decir: las matemáticas son cálculos diferenciales y transformadas de Laplace. Aquella otra persona orgullosamente mencionaría: las matemáticas son la fuente del todo, no se puede hacer algo sin que las matemáticas estén de por medio; son ciencia, son arte, son la expresión y verdad última que subyace en cualquier aspecto de la vida.

Claro está, a la luz de la física cuántica, la ciencia no puede predecir el comportamiento de las partículas subatómicas, pero aún sin saberlo, con esta física se ha desarrollado tecnología de la más avanzada que ya tenemos a disposición.

¿Será que sin saber qué es dios, es posible describir sus efectos? ¿Será que dios sólo es alcanzable mediante la fe y el pensamiento —de algunos— pero nunca con experimentos?

Nuevamente vamos con Carl Sagan:
En Occidente tenemos Diez Mandamientos. ¿Por qué ninguno de ellos nos exhorta a aprender? “Entenderás el mundo. Comprenderás las cosas.” No hay ningún mandamiento así y muy pocas religiones nos empujan a potenciar nuestra comprensión del mundo. Me parece asombroso que las religiones, en general, se hayan acomodado tan mal a las sorprendentes verdades que se han descubierto en los últimos siglos.
¿Qué diríamos de esto? Que esos mandamientos se construyeron con el sistema antiguo de educación (que es el actual de la religión), con el cual el párvulo o creyente, debe aprender por temor al castigo. Olvídense de aprender mediante el ejemplo, esto es cosa del capitalismo, que fue creado por satanás.

Y sí, mejor es responderle a la gente lo que desean oír y evitarse largas discusiones que, finalmente, de nada servirán porque el dogma de la fe es casi inquebrantable y no tolera diferencia u oposición.

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