En el mercado popular
Estoy en un sótano inmenso a donde la luz del día no llega, aquí el frío por la ausencia de cualquier rayo solar, hace tiritar mis manos mientras te dedico unas líneas.
Las bocinas, los altavoces, el murmullo de la gente, el paso de los peatones, el ocasional llanto de un niño y la imparable música tropical, marcan el compás de la mañana, en un centro que parece un mercado de moscas o una calle de comerciantes, pero sin el calor infernal.
Las bocinas, los altavoces, el murmullo de la gente, el paso de los peatones, el ocasional llanto de un niño y la imparable música tropical, marcan el compás de la mañana, en un centro que parece un mercado de moscas o una calle de comerciantes, pero sin el calor infernal.
Casi puedo verte llegar, con tu habitual paso lento y una gran sonrisa cuando en tus ojos brilla la luz matinal.
Al amparo de este cariño, mis pensamientos vuelan hasta donde el volcán nace. Imagino tu mañana despertando con el alba, peinándote, corriendo alegremente con tus perros por el jardín, haciendo tu trabajo... mientras me regalas una sonrisa cuando vuelvo a tus recuerdos.
Así las mañanas avanzan con facilidad, porque tu rostro es mi guía y no hay entre todo este bullicio, distracción alguna que retrase mi pluma de los versos que te quiero regalar.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderBorrar