Abrázame así
Anoche, mientras dormíamos, abrazaste mi espalda y cruzaste tus pirernas con las mías. Fue con tu reconfortante calor, abrigando mi cuerpo, que aquel largo vacío se llenó.
Volvimos a ser uno, como aquella vez cuando nos conocimos en la profundidad de la oscuridad, sobre un puente y un río, debajo de los faroles y las estrellas, muy lejos del ruido, con el viento frío cortando nuestras manos, que permanecieron unidas con cariño.
Atado como me sentía, sometido a tus sentimientos, como nadie antes jamás me amó, sólo disfruté tu presencia y, aunque el tiempo no es eterno, ese momento no pasó.
Bullía —yo— por dentro y exhalaba suspiros, como lo hace el agua cuando hierve y deja de ser un cuerpo líquido para convertirse en gaseoso. Y en ese trance, el mundo continuó girando y mi mente en paz, durmió.
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