Diógenes de Sínope

Muchas personas nos hablan de sus grandes creencias, de sus pensamientos, de su religión, de su dios, del buen camino, de sus metas y otros temas que no son necesarios recordar. Pero, ¿quién de ellos es capaz de cumplir con lo que nos cuentan?

Y a los que dicen que debemos seguir el camino de cierto salvador, les invito a que cumplan con uno de sus preceptos: «Anda y vende todas tus posesiones y entrega el dinero a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo. Después ven y sígueme.»

Jesucristo, Buda, Gandhi, Sócrates, Lao Tse y muchos otros tenían algo en común en la etapa más productiva de su existencia: la vida austera.

En este artículo vamos a recordar a Diógenes de Sinope, el máximo exponente de la Escuela Cínica, entendiendo que el título de esta escuela difiere del significado que hoy se acepta sobre cinismo. Diógenes tenía como vivienda un barril, sólo andaba con un bastón y una túnica; y fueron estas todas sus pertenencias por voluntad propia.

Diógenes de Sinope

Admirábase de los esclavos «que viendo la voracidad de sus amos, nada hurtaban de la comida». Loaba mucho «a los que pueden casarse y no se casan; a los que les importa navegar y no navegan; a los que pueden gobernar la República y lo huyen; a los que pueden abusar de los muchachos y se abstienen de ello; a los que tienen oportunidad y disposición para vivir con los poderosos y no se acercan a ellos».

Diógenes y Alejando Magno
  1. Viniendo una vez a él Alejandro y diciéndole: «Yo soy Alejandro, aquel gran rey», [Diógenes] le respondió: «Yo soy Diógenes el can». Preguntado qué hacía para que lo llamasen can, respondió: «Halago a los que dan, ladro a los que no dan, y a los malos los muerdo.»
  2. Habiendo Alejandro venido repentinamente a su presencia, y díchole: «¿No me temes?», [Diógenes] le preguntó [a Alejandro] si era [un ser] bueno o malo; diciendo aquél que [era] bueno, respondió Diógenes: «¿Pues al bueno quién lo teme?»
  3. Estando [Diógenes] tomando el sol en el Cranión, se le acercó Alejandro y le dijo: «Pídeme lo que quieras»; a lo que respondió él: «[Pido que te hagas a un lado] pues me haces sombra.»
  4. También cuentan de Alejandro haber dicho que «si no fuera Alejandro, querría ser Diógenes».
Alejandro Magno y Diógenes

Algunas frases de Diógenes
  1. A los que lo instaban a que buscase un esclavo que se le había huido, les respondió: «Cosa es ridícula que pudiendo Manes vivir sin Diógenes, no vaya Diógenes poder vivir sin Manes.»
  2. Decía que «los esclavos sirven a sus amos, y los hombres malos a sus deseos.»
  3. Decía que «el saber es para los jóvenes templanza, para los viejos consuelo, para los pobres riqueza y para los ricos ornato»
  4. Objetándole uno el que había hecho moneda falsa, le dijo: «Hubo un tiempo en que era yo cual tú ahora; pero cual yo soy ahora, no serás tú nunca.» Culpándolo otro sobre lo mismo, dijo: «También antes me meaba encima, y ahora no.»
  5. A uno que le dijo que muchos se reían de él, le respondió: «Y acaso de ellos los asnos; pero ni ellos se cuidan de los asnos, ni yo de ellos.»
  6. Encendía de día un candil, y decía: «Voy buscando un hombre.»
  7. A Jeníades, que lo compró, le decía: «Que debía obedecerle, por más que fuese su esclavo; pues aunque el médico y el piloto sean esclavos, conviene obedecerlos.»
  8. Sufrió constantemente la venta de sí mismo [como esclavo] cuando navegando a Egina fue cogido de piratas, cuyo capitán era Escirpalo, y vendido en Creta. En esta ocasión, preguntándole el pregonero «qué sabía hacer», respondió: «Mandar a los hombres»; y señalando con el dedo a cierto corintio que pasaba por allí muy bien vestido (era el Jeníades que dijimos arriba), dijo: «Véndeme a éste; éste necesita de amo.» Comprólo en efecto Jeníades, llevóselo a Corinto; lo hizo preceptor de sus hijos y administrador de toda su casa. Portóse en ella de manera que Jeníades decía por todas partes: «El buen genio vino a mi casa.»
  9. Refiere Cleómenes, en su libro intitulado Pedagógico, que sus amigos quisieron rescatarlo [de la esclavitud], y que él los trató de necios, diciendo que «los leones no son esclavos de los que los mantienen, sino que éstos lo son de los leones, pues es cosa de esclavos el temer, y las fieras son temidas por los hombres.»

Muerte de Diógenes

Lo enterraron junto a la puerta que conduce al istmo. Erigiéndole una columna, y sobre ella un perro de mármol pario. Después también sus paisanos lo honraron con estatuas de bronce, poniendo esta inscripción: Caducan aun los bronces con el tiempo; mas no podrán, Diógenes, tu gloria sepultar las edades, pues tú solo supiste demostrar a los mortales facilidad de vida, y a la inmortalidad ancho camino.

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Tomado de: "Vidas, Opiniones Y Sentencias De Los Filósofos más Ilustres"
Por Diógenes Laercio, Traducida del griego por José Ortiz y Sanz
Pag. 123-136

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