Quería escribir y nada más
Alguna vez oí que un escritor, para que sea un buen escritor, debe escribir como si nadie fuese a leer su composición; quiero decir con honestidad, con franqueza, expresarse sin miedo a la crítica, como cuando piensa sin hablar, o escribe para sí mismo en su diario.
Y quizás hoy quiero hacerlo, pero no sé si pueda serlo.
El asunto es que albergo la nostalgia dentro de mí, y no es la nostalgia desoladora que arrasa con la mente hasta dejarla consternada. No, esa no es. Es la que se combina con la resignación; aquella que resulta en la obligada aceptación, marchitándome lenta e infinitamente.
La depresión también muta; pero depresión finalmente.
Hoy quería ir al cine y a un concierto de música andina por la noche, pero estaba muy agotado y medio enfermo. Regresé a casa al caer la tarde y quedé dormido profundamente; talvez no tan profundo porque pude recordar parte de mis sueños al despertar. Pero dos horas después volvió el sopor, solo que ahora deseaba escribir y oír música suave, con notas de piano y algo de ritmo pop con jazz. ¿Existe? Sí.
Apropósito de existencia, justamente conversaba con una tía durante la semana sobre mi creencia en dios, o debería decir Dios, que es por quien ella me preguntaba. Le respondí que creía en algo que es eterno, inmutable y permanente, esto es la existencia. Entiéndeme: algo no puede NO existir. ¿Existe algo que no existe? Ergo todo existe, porque lo inexistente —simplemente— no existe.
Así discurrimos por los caminos de Platón, Nietzsche y Liebnitz, incluyendo el Bhagavad Gita. Le acoté a mi tía que podía tomar mi pensamiento como un dios, aunque aclaré que este dios no compartía el atributo clave de Dios, me refiero a su contemplación y comunicación con nosotros.
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Después de desperar, un colega del trabajo me escribió para ir a rockear y tomar una cervezas, pero él no sabía que yo estaba en otra ciudad; tampoco sabía que no tomo cervaza (y no se lo dije). Algunos minutos después, una amiga en otro país me envió su fotografía sonriendo suavemente ataviada en su disfraz.
Estoy pensando en tantas cosas ahora mismo, pero no las escribiré, porque no soy un buen escritor, es más: ni soy escritor. Solo quería hacer lo que me gusta hacer. Y nada más.
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