Perdonar para curar

Pero el dolor y la ira que Candice estaba reprimiendo dentro de sí misma, finalmente comenzaron a afectar su salud.

Una noche, cuando tenía 16 años, la llevaron de urgencia al hospital con un dolor en el pecho tan severo que se temía que estuviera sufriendo un infarto.

 "Al día siguiente, el médico nos sentó a mí y a mi madre y me dijo: 'No estabas teniendo un ataque cardíaco, pero en mis más de 20 años de experiencia, nunca había visto síntomas de estrés tan graves en alguien de tu edad'", cuenta Candice.

"Comenzó a señalar todas las cosas que se estaban manifestando en mi cuerpo, todas las úlceras, todos los síntomas, y dijo: 'No sé cómo decirte esto, pero tu cuerpo te está matando y si no haces cambios creo que realmente vas a morir' ".

Candice reconoció entonces que había un problema. "No era feliz, no estaba sana y, para ser honesta, ni siquiera estaba viviendo", dice.

(...)

"Yo pensaba: 'no, él ya mató a mi padre y ahora me está matando a mí también'".

"Entonces, para mí, el perdón no era algo que pensaba que tenía que hacer, era algo que era crucial".

Todavía era una adolescente, pero Candice tomó el control de sus emociones.

"Cuando decidí eliminar el apego emocional que tenía hacia Eugene y el hecho que había ocurrido, comencé a darme cuenta de que estaba perdonando a esta persona".

"Y en eso se convirtió el perdón para mí, en no tener una respuesta emocional a ese trauma".

Y encontró eso enormemente liberador.

"Yo pensaba: 'vaya, puedo sentir la luz, puedo sentir alegría, puedo ser feliz'".

(...)

Candice sabía lo que quería preguntar. "Le dije: 'Eugene, quiero decirte que te perdono, pero antes de hacerlo, quiero saber una cosa'".

"Y él dijo: '¿claro, que cosa?'. Le dije: '¿te has perdonado a ti mismo?'".

"Por primera vez en todo el encuentro se mostró notablemente sorprendido y dijo: 'Cada vez que una familia viene aquí, rezo para que no me hagan esa pregunta'".

"Él miró hacia otro lado y se secó una lágrima que le había caído, volteó hacia nosotros y dijo: 'Cuando has hecho las cosas que yo he hecho, ¿cómo te perdonas a ti mismo?'".

Candice comenzó a llorar, no por ella ni por su padre, sino porque se dio cuenta de que De Kock nunca tendría paz.

"Los dos éramos personas rotas, sentadas una frente a la otra, por lo que fue un momento muy transformador", expresa.

(...)

Fuente: Artículo completo en BBC Mundo:

"Por qué abracé y perdoné al hombre que asesinó a mi padre"

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