El sendero y la bestia
El viaje comenzó, el último viaje, ya no hay retorno y por delante, sólo se divisa la oscuridad. Por años, la crueldad y sus cómplices, cebados con mi carne y el dolor de mi corazón, buscan y planifican su emboscada final.
Al frente, sólo un ingenuo creyente de la razón, sólo uno que no entiende cuan infinita es la maldad, marcha por el sendero hasta su trampa mortal.
Ambas fuerzas dispares, una con todos los recursos y sociedades, mientras la otra avanza sola, sin alguien que la acompañe.
Sólo ese loco deseo, esa voluntad de encontrar lo perdido, de encontrar lo robado, lo que por años, la gran ramera, que con muchas mentiras y engaños, ha vivido victoriosa y que ahora no dudará en mostrar todo el poder de su mano.
¿Cómo puede un ser pequeño, un ser anonadado, luchar contra la gran bestia de muchas cabezas y cuerpo alado? Y aún si este pequeño alcanzara la victoria, fueron diecisiés años de angustia que nunca volverán, todo este tiempo jamás será recuperado.
Allá donde este viajero termine, allá donde quede tirado, es mejor recorrer el camino y encontrar ese destino, que vivir escondido, teniendo una vida en vano.
Y no sabemos cuál será el final de nuestro amigo, pero si le llegara la noche y en ella se quedase atrapado, dejémosle descansar, pues en esta vida, el mal siempre triunfará.
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