Una tarde con Grupo Río

El reloj marcaba las 3.45pm de un domingo caluroso; yo con hambre porque no había almorzado, pero mis ganas de ver al grupo superaron los crujidos de mi sufrido estómago. Así, en el amplio sótano de un centro comercial concurrido en la ciudad, tomé mi lugar entre la multitud, curiosamente joven, para un grupo conformado por abuelos.

Grupo Río es un modesto grupo que marcó época en un Perú arrasado por el terrorismo y la hiperinflación. No es música fina, es música sencilla para oídos profanos.

Llegué al concierto 25 años después de proponérmelo. Sí, lo sé, un poco tarde. Es que en esta oportunidad los astros se alinearon para que sucediera el encuentro. Basta decir que era mi día libre y me encontraba en la ciudad, pero por si esto fuese poco, la entrada era gratuita.

El grupo llegó con más de media hora de retraso, pero el lugar estuvo completamente lleno, desbordado. Perfecto momento para que los miembros del grupo ingresaran entre vítores y aplausos. Fue emocionante. El ambiente cerrado confería un toque íntimo a la presentación.

Todas las canciones de aquella tarde eran conocidas en al menos dos generaciones de peruanos; pero iniciaron con las de menos éxito, intercalándolas con las más populares. Y en tanto el ánimo iba a más, la audiencia se aglomeró hacia el grupo, de tal forma que yo preferí alejarme un poco para poder respirar y no sufrir de calor, que siempre me resulta insoportable.

Como siempre pasa en estos eventos, entre la multitud teníamos a los personajes de siempre. Estaba la parejita de enamorados cariñosos en medio de un concierto. Las jovencitas que no encuentran el lugar apropiado para grabar. También el grupito de cuarentonas, que ya van con tacos a cantar desaforadas como hace 25 años. El rockero de polo negro que canta a viva voz, salta y mueve los brazos disfrutando el momento. Aquel gordito que mueve la boca susurrando la letra mientras palmea su muslo ritmicamente. El papá con su hija adolescente, quizás tratando de inculcarle sus gustos. Y, cómo no, también estaba —y no estaba— yo, el solitario que toma nota.

Como siempre perdido con la cabeza llena de pensamientos, reflexiones y recuerdos, no tan atento al concierto, como sí de la gente y el hambre. Hasta que llegó la canción final, y de repente olvidé todo y canté como sé hacerlo, porque era y es mi canción preferida del grupo.

Todo estaba bien, pero llegaste tú... ¡Y empecé a soñar!

Grandes canciones con letras vigentes en cualquier época de este país, cada una más personal que la otra: "viejo, comprende que no todos son grandes doctores como tú", "lo peor de todo, de estar contigo, es que te quiero", "no logras encontrar trabajo, sirve de poco ser profesional", "atiéndeme, no soy tan diferente, no soy un Rolling Stone, quiero darte mi amor", "Carol quiere un auto nuevo y su papi se lo va a comprar" y "todo estaba bien, pero llegasté tú y empecé a soñar y a sentir".

Así fue esa tarde con Grupo Río, un popurrí de pensamientos y emociones que me sirven para escribir un artículo que muy pocos leerán, pero que igualmente escribiré para mi disfrute.

¿Qué si deseo volver a verlos? ¡Por supuesto!


Grupo Río - "Todo estaba bien"

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