Convicciones

Al descubrir las convicciones de mi Alma, entendí que mi pasado sería sólo eso. Es un nuevo día, un amanecer con aquella gran estrella que se esconde por el oeste, una luna que duerme en silencio, y un emergente sol que se sobrepone a todas las montañas.

Mi mente ha sido fecundada en el sentido más profundo, por el ideal superior que me impulsa a seguir detrás de la verdad de nuestra existencia. Así, mis ojos se clavan en el horizonte nuevamente, buscando la invisible realidad que se esconde a cualquier sentido físico; pero, quizá, no al entendimiento.

Me volví un erudito de todo, pero siempre consideré mi conocimiento insuficiente. Viví los placeres carnales, aunque estuvieron contadas las veces que los disfruté. Sólo en la intimidad de mis pensamientos encontré el refugio que entre los vivos o los muertos no conocí. Cuando busqué a los dioses, estos me dieron la espalda por no ser perfecto como ellos, después los aborrecí por su ignorancia y su debilidad. Y sí, en el camino de esta vida vi demonios... habitando dentro de mí.

Si estuve perdido, hoy me encontré. Si estuve encontrado, hoy me perdí. Quise llorar, pero reí. Cuando reí, las lágrimas brotaron. Sentí soledad porque nadie me comprendió, pero hubo alguna plenitud porque hallé el camino correcto. No descubrí a ese dios y no descubrí a ese demonio, sólo era yo, como centro del universo, lejos de la arrogancia y de la humildad, pero muy cerca del centro, en ese lugar a donde nadie puede llegar. Desde aquí debería seguir, en permanente cambio, pero bajo la misma convicción, sin arrancar los pétalos de esa flor, que se torna deseable para las manos profanas, pero al reconocer belleza en esta, es digna de cuidado para mi corazón.